El centro de Marbella se vistió de gala este fin de semana para acoger el esperado Festival de Jazz, un evento que se ha convertido en cita indispensable para los amantes de este género musical. Bajo un cielo estrellado y con una temperatura veraniega ideal, el público se congregó en la plaza principal, donde un gran escenario al aire libre sirvió de punto de encuentro entre músicos internacionales y espectadores entusiastas.
La atmósfera vibrante se hizo notar desde las primeras horas de la tarde, cuando los asistentes, entre locales y turistas, iban ocupando sus asientos y espacios en torno al escenario. Familias, grupos de amigos y parejas compartieron la emoción previa a las actuaciones, mientras se dejaban envolver por la energía y la expectación que caracterizan los grandes festivales en Andalucía.
Entre los artistas más destacados de la noche figuraron el saxofonista estadounidense Marcus Reynolds y la cantante francesa Elodie Laurent, cuyas actuaciones contaron con ovaciones constantes. "Es un honor actuar en Marbella, el calor del público es realmente especial", expresó Reynolds tras su actuación, reflejando la sintonía entre músicos y espectadores.
La organización del festival destacó por su profesionalidad y capacidad de adaptación. Un equipo técnico experimentado garantizó una calidad sonora impecable, mientras que la puesta en escena, con luces sofisticadas y efectos visuales, realzaron cada nota e hicieron de la velada una experiencia sensorial única. La variedad de estilos interpretados, desde jazz clásico hasta fusiones contemporáneas, cautivó a un público diverso.
El evento no solo atrajo a experimentados aficionados al jazz, sino que también acercó este género a nuevas generaciones. Muchos niños y jóvenes disfrutaron de conciertos didácticos matinales especialmente diseñados para ellos. Según la organización, uno de los objetivos de esta edición fue "fomentar el interés por la música en vivo entre los más jóvenes y ampliar la base de seguidores del jazz".
La repercusión económica tampoco pasó desapercibida. Comercios y restaurantes cercanos al recinto notaron un incremento notable en la afluencia de clientes. Hosteleros locales afirmaron que el festival supone un impulso para la economía municipal y contribuye a potenciar el turismo cultural en Marbella, tradicionalmente conocido por su oferta de ocio y glamur.
El ambiente festivo se complementó con una cuidada oferta gastronómica. Puestos callejeros ofrecieron desde productos autóctonos hasta platos internacionales, permitiendo a los asistentes disfrutar de una cena al aire libre mientras escuchaban los conciertos. Además, se fomentó el consumo responsable y el respeto al entorno urbano mediante campañas de concienciación ambiental promovidas por el ayuntamiento.
Diversas asociaciones culturales de Marbella colaboraron en la organización, aportando talleres paralelos y actividades complementarias. Estas iniciativas incluyeron charlas sobre la historia del jazz, exposiciones de fotografía musical y espacios para la improvisación, donde músicos emergentes locales tuvieron la oportunidad de compartir escenario con artistas de renombre internacional.
El impacto del festival en la vida cultural de Marbella es innegable. "Este tipo de eventos enriquece la agenda anual y consolida a la ciudad como referente en la Costa del Sol para las artes escénicas y la música de calidad", afirmó la concejala de Cultura, quien destacó además la importancia de la colaboración público-privada en la promoción del talento artístico.
Al concluir la última actuación, el ambiente era de satisfacción generalizada tanto entre los organizadores como entre los asistentes. Muchos ya anticipan con ilusión la próxima edición, convencidos de que este festival ha dejado huella en la memoria colectiva de Marbella y ha demostrado, una vez más, el poder transformador de la música en vivo.

